Castillo

En alto, sobresaliendo entre el caserío, las ruinas del castillo, dominadoras y solitarias, son obligada referencia de la intensidad de sus primeros avatares históricos, pero también de la configuración urbanística del municipio. Situado en el punto más alto del entorno, constituyó un lugar de vigilancia privilegiado durante siglos. De aquel castillo, síntesis dialéctica de lo musulmán y de lo cristiano tras ser conquistado por Fernando III, quedan evocaciones a la solidez de sus ya derruidos lienzos de murallas, a su escalera de caracol con puerta falsa, canes, alacena para librería y hasta una bodega para guardar los más generosos caldos manchegos. 

Las ruinas de este castillo fueron declaradas en 1985 Bien de Interés Cultural.

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